sábado, 28 de febrero de 2015

APRENDER DEL SEXO

APRENDER...


El verdadero reto de aprender algo nuevo, es integrarlo a tu pensamiento; no de destruir todo lo anterior como si hubieras vivido en la oscuridad. Si lo haces así, mañana estarás negando la verdad que hoy sostienes. Y no es que no pueda cambiar uno de opinión; lo que no es válido es pregonar que como para ti algo ha dejado de ser verdad, ya no tiene que serlo para los demás.



... DEL SEXO.


El problema es que vemos el sexo como negocio. Algunos venden, otros compran. Y no me refiero al sexo servicio, que bien respeto tal decisión. Me refiero a que nos hemos acostumbrado a ganar dinero para comprar. Tiene dinero sólo quien trabaja. Ese es quien puede comprar, como logro de su esfuerzo. Compra lo que quiere o, en el mejor de los casos, lo que necesita. Quien tiene dinero siente que tiene poder y no dudará en demostrar que así es. Quien no lo tiene o no tiene modo de conseguirlo, se sentirá débil, supeditado a otros y puede aceptar sin más los deseos ajenos. En lo sexual sucede lo mismo. Quien cree haber ganado valía (valor que tratará de cuantificar) por su trabajo, su cuerpo, sus amigos, su estatus, sus creencias, sus prácticas (aunque sean perversiones) y hasta lo que está haciendo en el momento presente, la utilizará para dar sexo, que es como vender, al costo que quiera, con las condiciones que quiera; o bien, buscará sexo, que es como comprar, con las características que correspondan a la idea que tenga de sí mismo. Es claro, compra y vende sexo quien se vive como objeto, y no como persona.

Pienso que, entonces, el sexo hay que vivirlo como un trueque, no como una compra-venta. En el trueque uno intercambia alguna mercancía por otra que corresponda no a su costo, sino a la calidad de satisfacción de una necesidad específica. En todo caso, el intercambio es por algo del mismo tipo, con plena conciencia de lo que se da y de lo que se recibe. Hoy, este es el mayor problema del sexo, que hemos perdido la conciencia de lo que damos y no sabemos valorar lo que recibimos. Y al revés también.

El sexo por el sexo no pasa de eso, el sexo con alguien, es una experiencia humanizante.

Sergio García Díaz
@iSerchNoTeDigo

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domingo, 15 de febrero de 2015

INTERIORIDAD





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lunes, 9 de febrero de 2015

GLOBALIZACIÓN Y COMPROMISO CRISTIANO


El siguiente texto es la conclusión de mi tesis de teología. La comparto con el solo objetivo de seguir abriendo el camino de la reflexión sobre el ser y actuar de los cristianos en el mundo.


“Si la Iglesia se hace presente
en la defensa o en la promoción de la dignidad del hombre,
lo hace en la línea de su misión,
que aun siendo de carácter religioso y no social o político,
no puede menos de considerar al hombre en la integridad de su ser.”
Juan Pablo II




Los cristianos, como miembros de la sociedad, participan del actual proceso de la globalización. Si la misma pertenencia a la sociedad, gracias a la diversidad que ésta presenta, matiza la propia identidad, no por ello el compromiso se desvanece.

La globalización, este proceso de desterritorialización que establece relaciones transplanetarias entre las personas, abarca todos los aspectos de la vida humana. La cultura, la política, la economía e incluso la religión son redefinidas. Es, ahora, desde esta perspectiva global (de desterritorialización) que necesitan presentar sus métodos y sus soportes. Es también desde esta perspectiva que los cristianos han de vivir su fe y reafirmar su compromiso.

Pero se trata de un compromiso que debe conjugar la fidelidad al evangelio y la acogida de la realidad humana, porque la desterritorialización no significa hacer del hombre una realidad abstracta, ni mucho menos perderlo como punto de referencia. De hecho, el evangelio es la muestra por excelencia de una comprensión y acogida de la misma vida del hombre. Vida que por ser imagen y semejanza de Dios, posee un valor innegable. Es la teología que han desarrollado los Papas de las encíclicas sociales. Se trata de una enseñanza que ha buscado, en los diferentes contextos socioculturales, reafirmar dicho valor, es decir, la dignidad humana. Este contexto se ha caracterizado por los efectos del desarrollo tecnológico, industrial y económico. Desde la revolución industrial, pasando por la ideología del liberalismo hasta la revolución francesa y hasta nuestros días el neoliberalismo, la Iglesia no ha dejado de insistir en el respeto y promoción del ser humano, de su dignidad y de su libertad. En éstas encontramos la razón del compromiso cristiano. Eso es lo que propongo.

Hoy día, es el fenómeno de la globalización el que suscita inquietudes que, poco a poco, presentan nuevos retos a afrontar. Es, pues, el contexto socio-espacial en el que la dignidad y la libertad humanas deben seguir siendo propuestas como el criterio fundamental a la hora de pensar y actuar, sobre todo, en el ámbito económico. No porque la globalización se reduzca a él, sino porque ahí es más evidente la negligencia y el olvido de aquéllas. Por eso, al momento de analizar y criticar la economía mundial es la noción de desarrollo la que permite profundizar su verdadero rol en la vida del hombre, así como abogar por el respeto y promoción de la dignidad y la libertad humanas. Porque un desarrollo que no tenga en cuenta que el hombre es en sí mismo un ser libre y que no respete el despliegue multiforme de esta misma libertad, no merece ser tenido por tal.

Y aunque mucho se ha desarrollado la economía hasta ser una economía global, sin embargo, es aquí donde las "relaciones transplanetarias entre las personas" no logran concretizarse. Fuente, más bien, de división, de exclusión y de pobreza, el modelo económico a la manera neoliberal provoca situaciones inhumanas que son inaceptables. Y este es el modelo de economía que pretende erigirse como motor de la globalización y en criterio de comprensión del hombre. Es aquí donde el compromiso cristiano, cuyo fundamento es el evangelio y cuya razón son la dignidad y la libertad humanas, se traduce en opción por la justicia y la solidaridad. Los cristianos tienen, pues, un gran rol que desempeñar ahí. Si esta realidad nos interpela a todos como ciudadanos, trabajadores, propietarios y consumidores, nuestro seguimiento de Jesús es presencia y acción por y con los pobres que ha producido la economía mundial.

Por eso, la pregunta de si otra globalización es posible resulta un tanto ambigua. Se trata de un fenómeno que está en proceso. Esta pregunta refleja, más bien, una comprensión reducida de la globalización. Sí, la pobreza ha aumentado, pero el aspecto económico no es el único de este proceso. Quizá sea más conveniente otra comprensión de la globalización, más que otra globalización.

Para los cristianos es un signo de los tiempos que hay que saber leer e interpretar. Ello supone acoger la realidad y creativamente transformarla para que el hombre se halle bien donde está, es decir, para que se vea, en este planeta, como en su hogar. Porque "no es posible construir una verdadera globalización, que comprenda las culturas, si en el seno de sus culturas, los hombres no sienten pertenecer a una unidad más universal y más profunda: del punto de vista ético podríamos hablar de la humanidad en el hombre que realice esta unidad más profunda, y del punto de vista de la Biblia, es justamente la pertenencia a la familia del Padre, en Jesús, por el Espíritu." (HERR Édouard, Bible et mondialisation).

Es la fe justamente la que da sentido al compromiso cristiano. Es la fe la que como luz en el camino ilumina el actuar cotidiano de los cristianos. Frente a la incertidumbre del rumbo de nuestra historia, la fe nos mantiene firmes y confiados, como proyectados desde nuestro presente hacia un mejor futuro.

La manera, pues, en la que los hombres y mujeres imprimen a la globalización un rostro humano, es tomando en serio su propia humanidad. Y ello ha de ser ya, en el hoy que construye la vida humana y en el que además ha de buscarse que sea una situación digna del hombre.

La globalización no es una meta a alcanzar, sino un medio que puede serlo de humanización, un medio que debe ser ofrecido a todos y que debe abarcar a todos, si pretende ser tal. Es, pues, está la exigencia fundamental a la que concluyo. Y, como lo he dicho, puesto que la fe no es una decisión puramente interior, sino una decisión plenamente humana, los cristianos están inevitablemente involucrados en su consecución. Los cristianos debemos comprender que en vano se afirma la dignidad y la vocación de la persona humana, sino se trabaja en la transformación de las condiciones que la oprimen, porque Jesús dijo: "Ustedes son la sal de la tierra... Ustedes son la luz del mundo" (Mt 5, 13-14).


Sergio García Díaz
Filósofo / Teólogo

Sergio Gabriel
@iSerchNoTeDigo

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