jueves, 13 de diciembre de 2012

Asamblea en la carpinteria

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LÓGICA APLICADA A LA VIDA

Mi regla como maestro de Lógica:


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CAER O NO DEJAR CAER




En la vida hay leyes que expresan lo que “algo” ya es. La gravedad, por ejemplo. La silueta humana que cuelga del papel es objeto, sin más, de una realidad innegable. Ya ni siquiera cuestionamos eso que aprendimos que así es. En todo caso, nos sirve como referente de “algo” a lo que hay que adecuarnos. Nadie se queja o se amarga la vida porque exista la gravedad. La ley que la expresa sólo reconoce que existe y que afecta a todo cuanto hay sobre la tierra.

No sucede lo mismo, ¡y qué bueno que no!, con aquello que aprendimos que “así es”, pero que afortunadamente podemos cuestionar, quejarnos, contradecir o negar. Me refiero a la silueta humana, a lo que de cambiante existe en “las leyes” de la vida: la felicidad, el desarrollo, la plenitud, la libertad, el amor, la paz, la justicia, la trascendencia, el temor, la locura, la guerra, el odio, el placer. Sobre esto podríamos haber aprendido “leyes” que nos dicen qué son, cómo se desarrollan y funcionan, sus peros y a favores, en qué casos no pueden aceptarse y cuál sería el mejor modo de vivirse. Y sin embargo, me atrevo a decir que la única ley que puede aplicarse a todo lo humano es la “ley del permanente cambio”.

Somos tan dichosamente inacabados en nuestra existencia que todo el tiempo estamos buscando la manera de acercarnos, al menos un poquito, a la plenitud de nuestro ser que nos haga estar bien con nosotros mismos. Seguimos siendo, por más transparencia de nuestra alma, un misterio para los demás y, en ese preciso sentido, dignos de ser conocidos. Porque misterio no es lo incognoscible sino, con justa razón, lo que está esperando ser conocido. Tan ancha y tan profunda es nuestra esencia de ser humanos que continuamos siendo inabarcables. En pocas palabras, seguimos siendo absolutamente libres. Pero para no quedarnos en el mundo de las bonitas ideas idiotizantes, esta libertad sólo es tal en precisos actos de liberación. Lo abstracto de la libertad se clarifica en actos de liberación. Muy simple: Vive de acuerdo a tu concepto de libertad y pregúntate si lo que logras te hace estar, ser, sentir y vivir pleno y feliz. Si es así, estás en el camino correcto.

Por eso creo que las “leyes” sobre lo humano caen sobre lo que llamo “ley del permanente cambio”. Pero por otro lado, todo cambio requiere algo de permanente. En nuestro caso, es la esencia de ser humanos. Me acuerdo ahora de algo que dice así: “Sigo siendo el mismo, pero no lo mismo.” El tiempo, las circunstancias, las decisiones hacen que nuestros actos concretos de liberación nos muestren si el camino que andamos es el correcto, si las decisiones que tomamos nos humanizan. Si tomo las tijeras en mis manos y con total libertad corto el peso de la silueta humana que no quiero cargar, que tengo que dejar caer, que si se cae no me pasa nada porque no es mi yo. Porque, como me decía mi amigo, la vida es individual. Porque al final de cuentas cada uno decide caer o no dejar caer.

Sergio Gabriel
13 diciembre 2012

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miércoles, 12 de diciembre de 2012

La Virgen de Guadalupe y nuestra fe

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miércoles, 5 de diciembre de 2012

SIMPLEMENTE MARAVILLOSO

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martes, 4 de diciembre de 2012

SER-PARA-LA-VIDA




En los últimos días han llegado a mí noticias que tienen que ver con la muerte. Un ser querido, alguien conocido, alguien no tan conocido ni tan cercano, pero al fin noticias sobre la muerte. Pero al final de cuentas, ¿qué es la muerte? Más aún, ¿a qué nos enfrenta la muerte?
Heidegger decía que el hombre es un “ser-para-la-muerte”. Y la muerte nos enfrenta al temor. De modo, que cualquier temor es una experiencia de muerte. Entendida ésta como la culminación de un proceso, de una existencia, de un objeto, de un ser, de una situación, de algo o de alguien.
En esta experiencia de temor el hombre se experimenta a “sí mismo”. Cuando yo tengo temor de algo o de alguien de alguna forma se experimenta la muerte. Es más, todo en algún momento llega a su culminación.
Huir del temor es la fuga de sí mismo, fuga que es característica de lo que el filósofo llama “sujeto del cotidiano”, y que termina en “derrumbamiento”.
Pero lo que Heidegger diga sobre la muerte, lo mismo puede decirse sobre la vida. Y ésta es ya mi conclusión personal. El hombre es un “ser-para-la-vida”.  Y si la muerte nos enfrenta al temor, la vida nos enfrenta al gozo. Entendido éste como el deleite, el gustar aquello que hacemos, que tenemos, en pocas palabras, el gozo es el deleite de lo que somos y hacemos.
La pregunta es: ¿gozas de tu vida? ¿disfrutas, deleitas, saboreas tu propia vida? Si no es así, aun cuando todo, en algún momento llegue a su fin, la perspectiva con la que se lo habrá vivido será diferente. No es lo mismo llegar al final de la vida lleno de temor, que llegar al final de la vida gozando.
Por eso, y en esto radica uno de mis principios de vida, la manera en que yo viva cada una de las experiencias, de las cosas, de las situaciones y de las personas, prefiero hacerlo desde la perspectiva de que soy un “ser-para-la-vida”.

Sergio Gabriel

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SOL Y LUNA




Un día el Sol comenzó a discutir con la Luna.

El Sol decía que las hojas de los árboles son siempre verdes, mientras que la Luna decía que eran de color plata.

La Luna decía que en la Tierra los hombres estaban siempre dormidos, mientras que el Sol decía que en la Tierra los hombres nunca descansaban.

La Luna entonces preguntó: ¿Por qué pues, en la Tierra todo es silencio?

El Sol respondió: ¿Y qué has dicho? En la Tierra todo el tiempo hay demasiado ruido. La discusión se alargó durante mucho tiempo, hasta que intervino el viento.

Al escuchar aquel altercado, el viento comenzó a decir y dijo:
La discusión de ustedes es una verdadera tontería. Yo soplo cuando brilla el Sol, y también cuando brilla la Luna. De día, cuando tú Sol, estáS en lo alto del cielo, en la Tierra las cosas son como dices tú: hay ruido, hombres trabajando y corriendo, y las hojas de los árboles son verdes. Por el contrario, de noche cuando brilla la Luna, todo es diferente; así como dice la Luna: los hombres duermen, hay silencio y las hojas de los árboles parecen de plata; incluso, cuando la nube oculta a la Luna, las hojas parecen negras. Y es que ni tú, Sol, ni tú, Luna, pueden captar entera la verdad.

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