martes, 24 de octubre de 2017

LA CULTURA DE LA SOBREVIVENCIA



Sergio García Díaz

Al hablar de cultura pienso en la idea que de ésta da Fernando Savater, quien dice que es todo aquello que voluntariamente crea el ser humano. En este sentido, es cultura no sólo lo positivo que pueda mencionar de un pueblo o civilización, sino también aquello que es  más bien negativo como la violencia, las armas, la guerra. Así que cuando hablo de cultura y la refiero a la conducta humana, quiero señalar el hecho de que finalmente nuestro comportamiento tiene mucho de voluntario. Mi manera personal de ser, si bien es aprendida, cada vez que la actúo lo hago desde el convencimiento de mi libre albedrío.

Digo que vivimos en la época de la sobrevivencia porque, contrariamente vivir, en sentido amplio, nos da la idea de que gozamos plenamente de cada una de las situaciones y de los factores que conforman nuestra existencia. Sobrevivir sería disfrutar o disponer a medias de mi propia vida. En una analogía, diría que es como bucear a medias, con una parte del cuerpo sobre la superficie, mientras creemos estar viendo las profundidades del mar. Vivir sería como bucear completamente, con todo el cuerpo dentro del agua, pero además a una profundidad que me permite gozar y maravillarme de todo lo que experimento y  de lo que hay a mi alrededor.

Con cultura de la sobrevivencia me refiero a la manera de crear nuestra vida en estándares de superficialidad, me refiero a la costumbre de vivir nuestra propia vida muy por encima, a la manera de vivir en la que pocas cosas es posible vivirlas con plenitud y, sin embargo, de las cuales somos totalmente conscientes.

De hecho, es por las consecuencias de esta cultura de la sobrevivencia como digo, que me interesé en escribir sobre este tema, al que bien me pareció llamarlo así: frustración, enojo, estrés, violencia, competencia, miedo, tristeza, enfermedad, solitariedad, avaricia, aburrimiento, por mencionar algunas de las cosas que veo que padecen muchas personas hoy en día.

A veces se cree que lo que se vive es lo que se tiene que vivir y la resignación hace su aparición, o la adaptación conformista a las circunstancias, acompañada, sin duda, de coraje, frustración y amargura. Nos quejamos, nos revelamos, pataleamos, desobedecemos, hacemos berrinches, gritamos, nos indignamos y muchas cosas más a las cuales nos hemos acostumbrado también, pero al final muy poco cambiaron las cosas, en el mejor de los casos, o nada, como la mayoría de las veces, cuando no se empeoraron. Nos hemos acostumbrado a sobrevivir a nuestra propia vida, nos desgastamos en sufrirla más que en gozarla, incluso la hemos reducido a su mínima expresión para no complicarnos tanto, pero con ello le hemos restado gran parte de su sentido. En la cultura de la sobrevivencia la vida se nos hizo insípida, poco nutritiva, aburrida, pesada, incluso insoportable. Porque en realidad no estamos hechos para la sobrevivencia, sino para una existencia plena.

Cuando pensaba en esta situación recordaba que en coaching ontológico hablamos de la rueda de la vida, en la que se mencionan los aspectos que nos conforman, en los que ocupamos nuestra vida. Y me di cuenta que en esos mismos aspectos hemos aprendido muy bien a sobrevivir, es en cada uno de ellos donde nos estamos gastando casi que inútilmente. Precisamente en esos mismos aspectos es donde habría que dar el paso de la sobrevivencia a una vida plena, en sentido amplio y profundo.

Estos aspectos son: salud, emocionalidad, relaciones, estudios, trabajo, patrimonio, dinero, ocio. La pregunta obligada es: ¿vives o sobrevives en cada uno de estos aspectos? ¿Sientes medio cuerpo fuera del agua y crees bucear en las profundidades de tu vida? Cada uno de estos elementos de la rueda de la vida da para escribir mucho, pero mi intención era sólo hablarte de lo que llamo la cultura de la sobrevivencia. Así que la otra parte de este breve escrito… la escribes tú.


04/10/2014

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