LA CULTURA DE LA SOBREVIVENCIA
Sergio García
Díaz
Al hablar de
cultura pienso en la idea que de ésta da Fernando Savater, quien dice que es
todo aquello que voluntariamente crea el ser humano. En este sentido, es
cultura no sólo lo positivo que pueda mencionar de un pueblo o civilización,
sino también aquello que es más bien
negativo como la violencia, las armas, la guerra. Así que cuando hablo de
cultura y la refiero a la conducta humana, quiero señalar el hecho de que
finalmente nuestro comportamiento tiene mucho de voluntario. Mi manera personal
de ser, si bien es aprendida, cada vez que la actúo lo hago desde el
convencimiento de mi libre albedrío.
Digo que vivimos
en la época de la sobrevivencia porque, contrariamente vivir, en sentido
amplio, nos da la idea de que gozamos plenamente de cada una de las situaciones
y de los factores que conforman nuestra existencia. Sobrevivir sería disfrutar
o disponer a medias de mi propia vida. En una analogía, diría que es como
bucear a medias, con una parte del cuerpo sobre la superficie, mientras creemos
estar viendo las profundidades del mar. Vivir sería como bucear completamente,
con todo el cuerpo dentro del agua, pero además a una profundidad que me
permite gozar y maravillarme de todo lo que experimento y de lo que hay a mi alrededor.
Con cultura de la
sobrevivencia me refiero a la manera de crear nuestra vida en estándares de
superficialidad, me refiero a la costumbre de vivir nuestra propia vida muy por
encima, a la manera de vivir en la que pocas cosas es posible vivirlas con
plenitud y, sin embargo, de las cuales somos totalmente conscientes.
De hecho, es por
las consecuencias de esta cultura de la sobrevivencia como digo, que me
interesé en escribir sobre este tema, al que bien me pareció llamarlo así: frustración,
enojo, estrés, violencia, competencia, miedo, tristeza, enfermedad,
solitariedad, avaricia, aburrimiento, por mencionar algunas de las cosas que
veo que padecen muchas personas hoy en día.
A veces se cree
que lo que se vive es lo que se tiene que vivir y la resignación hace su
aparición, o la adaptación conformista a las circunstancias, acompañada, sin
duda, de coraje, frustración y amargura. Nos quejamos, nos revelamos,
pataleamos, desobedecemos, hacemos berrinches, gritamos, nos indignamos y
muchas cosas más a las cuales nos hemos acostumbrado también, pero al final muy
poco cambiaron las cosas, en el mejor de los casos, o nada, como la mayoría de
las veces, cuando no se empeoraron. Nos hemos acostumbrado a sobrevivir a
nuestra propia vida, nos desgastamos en sufrirla más que en gozarla, incluso la
hemos reducido a su mínima expresión para no complicarnos tanto, pero con ello
le hemos restado gran parte de su sentido. En la cultura de la sobrevivencia la
vida se nos hizo insípida, poco nutritiva, aburrida, pesada, incluso
insoportable. Porque en realidad no estamos hechos para la sobrevivencia, sino
para una existencia plena.
Cuando pensaba en
esta situación recordaba que en coaching ontológico hablamos de la rueda de la
vida, en la que se mencionan los aspectos que nos conforman, en los que
ocupamos nuestra vida. Y me di cuenta que en esos mismos aspectos hemos
aprendido muy bien a sobrevivir, es en cada uno de ellos donde nos estamos
gastando casi que inútilmente. Precisamente en esos mismos aspectos es donde
habría que dar el paso de la sobrevivencia a una vida plena, en sentido amplio
y profundo.
Estos aspectos son: salud, emocionalidad, relaciones, estudios, trabajo, patrimonio, dinero, ocio. La pregunta obligada es: ¿vives o sobrevives en cada uno de estos aspectos? ¿Sientes medio cuerpo fuera del agua y crees bucear en las profundidades de tu vida? Cada uno de estos elementos de la rueda de la vida da para escribir mucho, pero mi intención era sólo hablarte de lo que llamo la cultura de la sobrevivencia. Así que la otra parte de este breve escrito… la escribes tú.
04/10/2014
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