SERVICIO Y HUMILDAD
Me atrevo a pensar que el centro de la celebración del jueves santo es,
además del servicio, sobre todo la humildad. Muchas veces los cristianos hemos
hecho una dicotomía de estas dos actitudes sobrevalorando la primera. Olvidamos
muy frecuentemente que sin humildad el servicio es mera vanagloria y a veces
hipocresía, pues al olvidarla nos colocamos por encima de quien ayudamos, aun
cuando nos arrodillemos. Servir con humildad nos capacita para reconocer la
verdadera humanidad de quien tenemos en frente, una humanidad frágil y
necesitada, que bien podría ser la nuestra, nuestra vida podría ser la necesitada.
Servir sin humildad nos hace arrogantes y orgullosos e incluso nos lleva a
negar que necesitamos ser ayudados. Reconocer y aceptar que también nuestros
pies deben ser lavados, nuestro ser purificado y nuestro corazón renovado es
superar esa dicotomía que nos ha hecho mucho mal como Iglesia.
-Sergio García
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