SER-PRESENCIA
Sergio García Díaz
Somos seres finitos. Nadie duda
que todo en la vida tiene su fin, incluso ella misma. Desde que hicimos
consciente el hecho de la muerte nos hemos aferrado más y más a la vida. A
veces como un capricho, a veces con esperanza de una vida eterna aunque no sin
miedo, a veces sólo por resignación. Somos seres temporales. Sin embargo, no
sólo la temporalidad define nuestra vida.
Hay algo más que nos hace
adueñarnos de quien somos como algo inevitable, sin cuestionar la suerte de
estar vivos y sí cambiándola, muchas veces, por pesimismo, como si estar vivos
fuera un peso.
Todo es temporal, incluidos
nosotros. Pero no sólo somos cambio constante, también somos permanencia, pues
mientras más vivimos más permanecemos y la permanencia se vuelve presencia. Presencia
en mí, presencia para los demás.
Es muy fácil dejar de ser
presencia. Basta con que dude de mí, con que niegue quien soy, basta que no
acepte mi condición. Dejar de ser presencia, repito, es más fácil que serlo. Porque
creemos que no lo somos y que da lo mismo si no somos presencia.
Ser presencia es diferente de
estar presente. Se está presente con el cuerpo, pero somos presencia cuando
nuestra mente y nuestro cuerpo significan quien en realidad somos.
Más allá del tiempo lo que nos
define es el hecho de ser “presencia”, que se da incluso de manera atemporal. No
estamos limitados por el tiempo, sino por creer que ese es nuestro límite
principal.
Vivimos preocupados por el
tiempo, y nos olvidamos de ser presencia. Nos hemos vaciado de nuestra esencia.
Por eso creo que lo que nos da
plenitud y perfección es ser-presencia.
13.Nov.2016
Etiquetas: ESCRITOS, FILOSOFÍA, PSICOLOGÍA, TEOLOGÍA
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