lunes, 15 de julio de 2013

APRENDER DE NUEVO


Tenemos que aprenderlo todo otra vez…
Tenemos que aprender a amar, pero sobre todo a amarnos.
Tenemos que aprender a perdonar, pero sobre todo a perdonarnos.
Tenemos que aprender a cuidar a los demás, pero sobre todo a cuidarnos.
Tenemos que aprender a escuchar, pero sobre todo a escucharnos.
Tenemos que aprender a dar, pero sobre todo darnos a nosotros mismos.
Tenemos que aprender a vivir la vida, porque parece que la sufrimos.
Tenemos que aprender a sonreír, para cautivarnos con la alegría.
Tenemos que aprender a ser fieles, para ser  íntegros y plenos.
Tenemos que aprender a presumir, pero nuestras ganas de amar.
Tenemos que aprender a estar solos, si queremos compartir nuestra vida con alguien.
Tenemos que aprender a estar aquí, porque en ningún otro lado es nuestro lugar.
Tenemos que aprenderlo todo otra vez…
… si queremos ser felices.

Sergio Gabriel

15 de julio de 2013.

Etiquetas: ,

viernes, 5 de julio de 2013

AMAR A DIOS EN TIERRA DE INDIOS

Les presento aquí el texto de mi ponencia en la Conferencia de CIEN(Centro de Investigación y Estudios Novohispanos)

Fuimos tres los ponentes. Yo presenté, de manera breve y a forma de reflexión teológica, los supuestos que los evangelizadores tenían como suyos en tal tarea. No es un tratado el que hago, sino simplemente una mención de las "motivaciones teológicas y religiosas" y abro al lector a la reflexión personal.

* * * * * * *

Conferencia

Amar a Dios en tierra de indios.

Sergio García Díaz



La tarea evangelizadora en el nuevo continente que la Iglesia Católica desarrolla, tiene varios aspectos. Sin duda el teológico, pero está también el pastoral y el canónico. En lo que a mi intención respecta, sólo hablaré del primero. El aspecto teológico de la evangelización, es decir, los argumentos que desde la teología, entendida ésta como reflexión de la fe, impulsaron a los misioneros a aventurarse en una empresa llena de grandes y abismales situaciones culturales, que hoy podemos llamar así.

Haré, aquí, pues, un intento de reflexión teológica. Presentaré tres temas que me parecieron fundamentales cuando me fue presentado el tema de esta conferencia. Estos temas los presento, con toda intención, como cuestionamientos y no pretendo hacer un tratado de ellos, sino sólo atisbar algunos aspectos que, a mi parecer, son suficientes para el objetivo de esta conferencia.

Hoy por hoy, quienes estamos aquí podemos responderlos. Lo que cambia es el momento histórico y, con ello, una serie de elementos propios del contexto.


Comienzo con una pregunta, cuya respuesta no pretendo erigir como verdad absoluta, no en este momento de la historia, pero que formulada en el siglo XVI, sí fue tal: ¿Quién es Dios?


Hoy en día podemos hablar de Dios desde diferentes perspectivas, experiencias e incluso  modos de concebir la vida. En el contexto que nos ocupa, hablar de Dios llevaba necesariamente a hablar de religión, y hablar de religión nos llevaba a hablar de una institución religiosa, en este caso, la Iglesia Católica. Y tenemos aquí ya una primera conclusión: la religión de los evangelizadores es monoteísta.

El primer tema es, entonces, la incorporación de una religión monoteísta frente a una religión politeísta. Y digo incorporación, sin pretender una polémica semántica, porque me parece que el proceso de evangelización, en su esencia agregó, poco a poco, el sentido de un solo Dios frente a la concepción de muchas y diversas divinidades de los nativos americanos. Ya no existen, pues, los dioses, sino el Dios, el Todopoderoso.

Lo que sí va a interesar es, y con justificada razón, el hecho de hacer entender que habiendo un solo Dios, hay quienes participan de esa divinidad, entendámosla nosotros hoy como gracia, y que participando de la gracia divina se hacen prácticamente perfectos, es decir, santos. Para los evangelizadores se plantean entonces el dar a conocer al Dios, Creador de todo, y la santidad, como frentes necesarios de su tarea. La obra pictórica de esos siglos, como lo veremos más adelante, nos dejarán muy claro esta dimensión.


Junto con esta preocupación, tienen los evangelizadores otra igualmente importante. Este es el segundo tema que planteo. Y el cuestionamiento es el siguiente: ¿los indios tienen alma? Es decir, ¿son personas? Los destinatarios de la Buena Nueva de Dios, no pueden ser que sólo seres humanos. Y si son seres humanos, con alma, son creaturas a imagen y semejanza de Dios. 


Pero los indios de quienes desconocían prácticamente todo, ¿serán dignos de la verdad de Dios revelada en Jesucristo? ¿Cómo se les presenta la revelación de Dios a quienes ni siquiera se conoce, bueno, con quienes ni siquiera se puede hablar en la misma lengua y cuyos campos semánticos y de experiencia son totalmente distintos?

Hay, de fondo, una quietud, una vía de “pastoral”. Rescatar lo esencial. Y lo esencial a los seres humanos de ambos mundos no es otra cosa que la dignidad propia de los hijos de Dios. Me atrevo a decir, con esto, que la tarea de evangelización buscó, de muchas maneras y con muchos artífices, reconocer y rescatar la dignidad de los indios, de los que serían destinatarios de la verdad revelada en Jesucristo.

Se trabaja, por lo tanto, en las formas y en los medios de inculturar, por hacer referencia a un término de la teología pastoral, el Evangelio, la Buena Nueva. Y el arte es el maestro por excelencia en esta tarea.


Si preguntamos por el contenido de la evangelización, llegamos, entonces, al tercer tema que quiero plantear esta tarde. El cuestionamiento es el siguiente: ¿Cuál es el contenido de esa predicación? ¿Qué se pretende hacer accesible a los indios, reconocidos como personas, que sea propio de Jesucristo, como Buena Nueva de Dios? La salvación.


Recordemos que quienes no eran cristianos, y cristianos católicos, serían llamados paganos, los alejados de Dios. Para acercarse a Dios un pagano ha de convertirse y creer en el Evangelio, tal como se nos dice cuando nos imponen en la frente la cruz el miércoles de ceniza. Acercarse a Dios, dejar de ser paganos es el resultado de un proceso de conversión. Y convertirse es volver la mirada a Jesús, el Hijo de Dios en quien es ofrecida la salvación. No hay, pues, como la misma escritura lo dice, otro nombre sobre la tierra por el que podamos ser salvados, que el nombre de Jesucristo.


La evangelización en el nuevo continente, es evidente, entonces, que tiene no sólo retos de tipo cultural en cuanto a la lengua respecta, sino sobre todo un problema de cosmovisión, y esto se resume diciendo que se trata, en todo caso, de la propia concepción del ser humano y de la mismísima concepción de Dios. Dejar claro que el Dios, el nuevo Dios, que es uno y que quiere que ellos, los indios, se salven, son los argumentos teológicos que subyacen en la ardua tarea que llevó, de hecho, siglos.


El proceso de conversión buscado y querido por los evangelizadores, no fue siempre el más impecable proceso socio-cultural si lo vemos desde nuestra concepción de los derechos humanos y de la cultura cívica y de respeto a la diversidad de formas de vida que hoy ya es propia del ideal social. Tengamos en cuenta que nosotros ya somos herederos de una cultura y tradición marcadamente cristiano católicas. Para los evangelizadores se vuelve el “proceso de conversión”, en algo que habría que hacerse, y a veces, creo que se espera más el resultado final que los pasos intermedios para llegar al bautismo. Con esto quiero decir que la “liturgia”, como expresión simbólica y visible de un culto y un rito religiosos, tuvo también un papel central.


Cierto es que la evangelización, en un primero momento, no buscó formar las mentes y los espíritus de los indios en toda la carga cultural e histórica de la nueva religión, sino más bien tan sólo instruir, mostrar cómo hacer las cosas y cómo ser parte de la nueva comunidad de creyentes.


Sí importó, por el contrario, descubrir lo esencial a la religión de los nativos, entendida como forma de relacionarse con la divinidad, para que a partir de eso el nuevo Dios y la nueva religión tuvieran aceptación en la mentalidad y en la forma de vida que buscaban cristianizar. 


Menciono esto esencial: relación con la divinidad, el culto y el sacerdocio, la relación con la vida y con la muerte, y los estratos religiosos. Todos estos elementos hicieron que la evangelización fuera pues un proceso de amalgamamiento de dos culturas, y me atrevo a decir que hasta de tres o más, de dos cosmovisiones, y de algo fundamental por lo que nosotros incluso estamos hoy aquí, el sentido de la vida.


¿Qué sentido tiene la vida si no es en Jesucristo? ¿Qué sentido tiene la salvación sino es en Jesucristo? ¿Qué sentido tienen los santos sino es en relación a la vida del sacrificio mismo de Jesús en la cruz? ¿Qué sentido tiene la vida humana sino es en Dios?





Gracias.
4 de julio de 2013.

Etiquetas: ,