jueves, 2 de mayo de 2013

ME DESPERTÉ UNA MAÑANA




Me desperté una mañana y vi a mi alrededor. Todo estaba igual, todo seguía en su lugar, el sol a la altura de siempre, mi pie colocado con empacho sobre mi almohada, tendido yo sobre la cama como breve soy. Y, sin embargo, todo, al mismo tiempo, es diferente. Aun cuando las cosas sucedan de la misma manera, en el mismo ritmo, las situaciones se repitan, las personas aparezcan y desaparezcan, nada lo es del mismo modo. Todo y todos experimentamos  cambios, en todos los sentidos, y cambios que aun cuando sean sutiles son siempre permanentes.
Eso es el tiempo: la medida del movimiento. Y el movimiento es cambio y, en casos realmente profundos, llega a la transformación. De modo que todo cambio es cuestión de tiempo. El tiempo trae consigo, inevitablemente, cambios, a veces tan sutiles, que sólo al final pueden percibirse.
El tiempo, ¿Qué es el tiempo para mí? ¿Para qué me sirve el tiempo? ¿Cómo utilizo mi tiempo? ¿En qué gasto mi tiempo? ¿Cómo vivo mi tiempo?
Hay muchas expresiones que tienen que ver con el tiempo: “No tengo tiempo”, “No me alcanza el tiempo”, “Estamos a tiempo”, “Se me fue el tiempo volando”, “Hace mal tiempo”, “No es mi tiempo”, etc. Seguramente ya pensaste en otras expresiones. Y todo, al final de cuentas, se reduce a lo mismo: experiencias de vida.
Es más, lo único que puede modificar el tiempo son las experiencias de vida. Una experiencia realmente significativa puede hacer que el tiempo se viva más corto o más largo, de forma real o imaginaria. A veces los segundos no corresponden a todo lo que sucede en nosotros. Pasan muchísimas más cosas en un segundo, en una hora, en una semana, en un mes, en un año, que en toda una vida.
Por otro lado, lo que menos tenemos, a decir de la mayoría de la gente, es precisamente tiempo. Bueno, si tenemos tiempo para nosotros y nuestras obligaciones ya estamos de gane. Tener tiempo para los demás y sus locuras, ya es un milagro. Estamos con el reloj en la mente, corriendo, llenándonos de actividades y cosas que hacer, porque nos hemos vuelto unos ansiosos de la ociosidad. Existir es hacer, hacer lo que sea, con quien sea, lo que importa es hacer. Hacer incluso que el tiempo no sea un peso. Y aun cuando aparentemente hacemos muchas cosas con muchas personas, muchas veces no hicimos siquiera lo realmente importante. Hicimos por hacer. Hicimos lo que fuera. Hicimos cosas inútiles.
Vivir no es sólo existir, porque existir no se reduce a hacer. Para que el hacer nos haga vivir ha de ser esencial e importante para nosotros. Porque lo importante es también cuestión de tiempo, trae consigo cambios sutiles pero profundos. Y es allí, en esos cambios, donde el tiempo, la vida, el vivir y el existir tienen su mayor grado de expresión.

Sergio Gabriel
19 diciembre 2012

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