lunes, 29 de octubre de 2012

LA PEOR FORMA DE VIVIR LA VIDA


Todos nacimos de un padre y una madre. La mayoría de nosotros los conoció, los tratamos, convivimos con ellos, de ellos aprendimos. Los hermanos son parte esencial de nuestro mismo modo de concebir la familia. Padres, hijos, hermanos, abuelos, tíos, primos, sobrinos, esposo, esposa, nietos, cuñados, yernos, son palabras tan comunes en nuestro lenguaje cotidiano que no nos podríamos concebir como hijos o como padres o como tíos, sin relación a los miembros de nuestra familia. Pero, ¿hay un modelo de familia aplicable a todos los seres humanos, de todos los tiempos, de todo el mundo? Más que hablar de un único modelo, yo hablaría de modelos, e incluso más que de modelos, de paradigmas establecidos y creados a lo largo y ancho de planeta, paradigmas o modos de familia que responden a cambios culturales, experiencias religiosas, situaciones económico-sociales y, en última instancia, a la experiencia de vida personal.

Es evidente que el cambio generacional, el que ocurrió entre nuestros abuelos y nuestros padres, entre nuestros padres y nosotros, y entre nosotros y nuestros hijos, está anclado en muchos factores que afectan a la familia desde fuera: la televisión, las películas, la moda; pero también, situaciones vividas al interior de la propia familia, sean éstas obstáculos o motivaciones: amor, apoyo de los padres, comprensión, diálogo, confianza, responsabilidad compartida y aprendida, o bien, frustraciones, abusos, desconfianza y desamor, por mencionar algunos.

Hay quienes idolatran su propia familia, los hay quienes lo hacen con las ajenas; algunos otros son indiferentes a lo que en ella suceda; otros más se sienten totalmente libres en la medida en que estén lejos del seno familiar. Lo cierto es que, cualquier paradigma familiar al que nos refiramos, se trata de maneras concretas en las que nos insertamos en la dinámica social. El individuo por sí mismo difícilmente establece un lazo de relación con el total de la sociedad sino es mediante o referido a otro núcleo social. Y aquí está una de las cuestiones que habría que plantearse hoy en día: ¿qué núcleo social sirve al individuo como sustento de las relaciones que éste establece con los diferentes sectores y actores de la sociedad?

El círculo de los amigos, en este sentido, adquiere una importancia capital. Muchas veces el individuo se siente más ligado a las amistades que a los familiares. Tal vez el ámbito escolar, las exigencias y situaciones del trabajo, los problemas familiares o la propia decisión han hecho que la familia haya sido desplazada del papel rector de la vida de los individuos. Claro, no se puede generalizar, pero cada vez esto es más común, sobre todo en las grandes ciudades, y eso por el simple de hecho que el individuo tienes más espacios donde convivir, junto con lo cual, de la familiaridad se pasa a la “amigabilidad”, de lo cercano a lo lejano, de los “conocidos” a los “anónimos”.

Por último, creo que aun cuando la familia tenga un lugar preponderante en la vida personal, no hay que descuidar a los amigos; y, aun cuando los amigos sean parte esencial en la vida de cada uno, no hay que olvidar a la familia.

Se trata, en última instancia, de formas personales de vivir la vida. Pero la vida sin familia y sin amigos, seguro que será la peor forma de vivirla.


Sergio García Díaz


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2 comentarios:

A las 13 de febrero de 2011, 21:36 , Blogger Estefanía Rojas ha dicho...

Hola, me gustó mucho este escrito. Pues muchas veces suelo quejarme de las generaciones actuales en las cuales no veo ningún sentido de respeto a la "familia". No es que crea que esta lo abarca todo, pero muchas veces como tú dices de los amigos pasamos a los anónimos y no es que sea malo, pero olvidamos la mutua comprensión que debe existir entre nuestros padres y nosotros, así como hermanos, pues nos vemos intolerantes a otros puntos de vista por ser ellos de otra época o gustos distintos; mientras que con los amigos compartimos usualmente eso (por eso son nuestros amigos muchas veces). Personalmente me siento muy agradecida por la familia que me tocó y eso no significa que todo sea color de rosa, pero trato de aprender todo lo posible de ellos, así como amarlos y respetarlos por lo que son, no simplemente porque compartimos la misma sangre.

 
A las 14 de febrero de 2011, 23:43 , Blogger Sergio García Díaz ha dicho...

Excelente aporte Estefanía... estoy de acuerdo contigo.
Saludos!!!
Sergio

 

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